¿Alguna vez has sentido que por tus
características y tu forma de ser te encuentras en medio de ninguna
parte? ¿Qué muy pocas (o en algunos casos, ninguna entidad)
consigue entenderte y representarte adecuadamente? Pues eso es lo que
siento yo al tener autismo, ser mujer y tener una sexualidad diversa.
Cuando varias discriminaciones confluyen, se te hace imposible pensar
e imaginar que pueda haber mas personas con las mismas
características que tú y una parte de ti, busca desesperadamente
sentirse apoyada y porqué no, acompañada.
No
fue fácil, ni sencillo, para mí, descubrir que tengo una sexualidad
diversa y pertenezco al colectivo LGTBIQA+ de hecho mi andadura,
comenzó bastantes años atrás:
Siempre
me gustaron las personas con muchos conocimientos, cultas y con
muchos talentos, le daba mucha importancia a la atracción
intelectual, que primaba por encima de cualquier otro tipo de
atracción, como por ejemplo, la física. De hecho, fue así como me
enamoré de mi actual pareja, él era muy listo y superdotado. Hasta
hace bien poco, investigando por internet, no descubrí que era una
persona sapiosexual, es decir, que te atraen sexualmente y
románticamente las personas cultas. Pero esto, solo era
la punta del iceberg de toda la complejidad de mi sexualidad.
Una
de las cosas que más me costó admitir y descubrir, por ser algo que
va en contra de los “códigos morales tradicionales” y ser
bastante desconocido y poco accesible en información, incluso dentro
de la propia sexualidad diversa, es que soy y siempre he sido una
persona poliamorosa, es decir, que tengo la capacidad de amar y tener
dos o mas parejas, siempre que sea consentido y consensuado entre
todos los involucrados, si no, no sería poliamor, sino una
infidelidad.
Descubrí
nuevamente que era poliamorosa por pura casualidad. Siempre, al cabo
de un año o pocos meses de estar con mi pareja, descubría que me
enamoraba de otras personas y eso me hacía sentirme mal y culpable
porque pensaba que era una mala persona porque “el estar con una
pareja debería ser mas que suficiente para mí” y nunca dí rienda
suelta a ese deseo mío.
Un
día, un buen amigo mío me pidió un favor, que le diera un beso en
la boca porque nunca nadie le había besado y quería saber si le
gustaban las mujeres. Yo como favor personal lo hice, y resultó que
me gustó demasiado y eso hizo que me sintiera tremendamente
culpable. De modo que se lo confesé a mi pareja. El lo entendió
perfectamente y no me culpó. Le conté lo que había estado
sintiendo todo este tiempo, que me acababa enamorando de otras
personas, y los dos juntos, buscamos a qué podía deberse y
encontramos la respuesta en el poliamor. A mi pareja le pareció bien
y me apoyó en que tuviera como otra pareja a este chico amigo mío
al que besé. Fue así como me convertí en una persona poliamorosa.
Mi
relación con este chico terminó pero yo tenía muy claro que
siempre he sido y siempre seré poliamorosa, independientemente de si
tengo o no varias parejas. Y que quiero seguir siéndolo el resto de
mi vida.
Empecé
otra relación con otro hombre con el que sigo actualmente y el me
ayudó a descubrir una parte muy importante de mi misma y de mi
sexualidad, me ayudó a descubrir que era polisexual, es decir, que
siento atracción sexual y romántica hacia la inmensa mayoría de
los diferentes sexos y géneros (construcción social con la que te
identificas), pero no todos.
Yo
siempre tuve dudas de si me gustaban otros tipos de sexos o géneros,
en especial las mujeres, y uno de mis novios me animó a descubrirlo
con una chica con la que teníamos confianza. Esta chica, supo de mi
problema a través de mi novio y me dijo que ella podría ayudarme a
descubrirlo dándome un beso. Yo accedí y disfruté mucho. Poco a
poco, mi novio y yo fuimos haciéndonos amigos suyos y a empezar a
tener sentimientos románticos por la chica, que eran recíprocos,
pero no nos atrevíamos a dar nunca ese paso, hasta que un buen día,
ella se quedó a dormir en nuestra casa y tuvimos relaciones sexuales
con ella los dos a la vez.
Esta
experiencia me hizo tener dudas durante varios meses acerca de mi
sexualidad, ya que no conseguía encontrar una etiqueta que me
definiese como persona. Por un lado no me sentía identificada ni con
la bisexualidad ni con la pansexualidad y por consecuencia, tampoco
con la heterosexualidad.
Ésta
situación acrecentaba mas la idea y sentimiento de no estar en
ninguna parte, de sentirme sola e incomprendida. No dejé de sentirme
así hasta que descubrí la polisexualidad y me sentí identificada.
Una
sexualidad diferente no debe ser nunca motivo de discriminación,
negación, exclusión e invisibilización y mas si la persona tiene
discapacidad. Que haya sexualidades diversas como el poliamor o la
polisexualidad que no sean tan conocidas ni visibilizadas como otras,
no significa que no existan o que las personas sean malas, o estén
equivocadas. Hace mucho daño para todas nosotras que nos etiqueten y
nos encasillen en características que no cumplimos y que son
preferentes para muchas personas.
Me
ayudó mucho a conocerme a mí misma el poder colaborar con entidades
representantes de la discapacidad intelectual o del desarrollo y la
sexualidad diversa como Plena Inclusión Madrid con su Grupo Diversxs
que es un grupo formado por personas con discapacidad intelectual o
del desarrollo dentro del colectivo LGTBIQA+.
Ha
sido gracias a todas éstas y más entidades que se dedican a
visibilizar que las personas con discapacidad intelectual o del
desarrollo también somos diversos en sexualidad y tenemos derecho a
vernos representados e incluidos. Por ello es fundamental impulsar la
creación de espacios, áreas y redes dentro de las entidades, no
solo de la discapacidad, sino las asociaciones de sexualidad diversa,
que den cabida a todas estas realidades.
Ánimo Cristina.
ResponderEliminarAunque haya mucha gente que todavía no acepte la diversidad. Muchos sí que la comprendemos y os apoyamos enormemente.
Saludos